Alrededor del 15% de las personas no pueden expresar sus emociones con palabras. Esta afectación resulta de una deficiente conexión entre los centros cerebrales de la emoción y aquellos donde se representa conscientemente.

"Es difícil de explicar. Me siento como un nudo en el estómago. Tengo un nudo en la garganta y dolor de cabeza”, le dijo un paciente a su psicoterapeuta. "¿Qué sientes? ¿Crees que esta persona quería agredirte, crees que le tienes resentimiento?, pregunta el terapeuta. El paciente arruga la frente, la mirada vaga. " No sé. No comprendo. ¿Qué entiendes por resentimiento? El terapeuta ha estado ayudando a este paciente durante semanas injertando palabras en sus estados emocionales. Ocurre un fenómeno extraño: cuando el paciente recuerda un episodio de su vida cargado de emociones, un encuentro romántico o un conflicto familiar, describe detalladamente sus sensaciones físicas, pero no encuentra las palabras para describir su sentimiento.

Tal trastorno se llama alexitimia: es la incapacidad de identificar las propias emociones. Sin embargo, si medimos los parámetros fisiológicos del paciente, sus latidos cardíacos o la presencia de sudor en la superficie de su piel, vemos que las emociones sí están presentes, ya que desencadenan manifestaciones fisiológicas. Todo sucede como si la persona no pudiera ser consciente de ellos o expresarlos.

Se estima que la proporción de la población con alexitimia es del 15%. ¿Quién no ha conocido nunca a esta gente "taciturna”, "de gran corazón y concha gruesa”? Son hombres, sobre todo, que parecen impotentes a la hora de confiar sus emociones. Desde hace 30 años nos preguntamos por las causas de este trastorno, cuyas consecuencias en ocasiones son muy incapacitantes.

Al salir del consultorio médico, el paciente vuelve a su vida familiar, a sus relaciones, a sus conocidos. Las veladas sociales le resultan dolorosas porque le cuesta establecer vínculos con los demás, identificar lo que sienten sus interlocutores, adivinar qué reacciones emocionales suscita en ellos su discurso. En la casa familiar, cuando se avecina una discusión, cambia de tema o se aísla en otra habitación: sabe que no se sentirá cómodo "expresando lo que tiene en el corazón”, que las palabras no llegarán. La mayoría de las veces, cuando la situación se vuelve demasiado tensa, se echa a llorar o explota de ira, las únicas manifestaciones de lo que se está formando en su cerebro emocional. Se encuentra con un gran vacío a la hora de hablar de ternura, celos, desconfianza,

Estos pacientes tienen capacidades de introspección muy débiles sobre sus propios estados afectivos, lo que hace que los intercambios con el psicoterapeuta sean superficiales: las psicoterapias se deslizan sobre ellos como el agua sobre las plumas de las aves. El psicoterapeuta habla de una "relación blanca”, sin valor emocional, mentalización monótona o incluso precaria. Según quienes lo rodean, el paciente se preocupa mucho por su cuerpo: sin saber identificar esa sensación que le viene de la garganta, del corazón, del estómago, de los vellos que se le erizan en la piel, le presta atención tanto como a un fenómeno extraño y confuso. A veces incluso se le llama hipocondríaco (persona que manifiesta un exceso de ansiedad frente a su salud). A veces se le describe como falto de creatividad, humor, flexibilidad.

¿Cómo acceden las emociones a la conciencia? ¿Qué cordón se ha roto en las personas con alexitimia? ¿Cómo podemos ayudarlos? Recientemente, examinamos las características de la actividad cerebral en pacientes alexitímicos. Hemos notado anomalías en un área que conecta el crisol de las emociones y el área del cerebro que toma conocimiento de estas emociones, que las analiza y las formula.

La alexitimia es un defecto de "mentalización” de las emociones: las sensaciones corporales están poco o nada asociadas a estados mentales. Probablemente debemos buscar las causas en la primera infancia. El niño pequeño, al no tener todavía estados mentales jerárquicos asociados a conceptos o palabras, se acerca al mundo de las emociones a través de su cuerpo. Si tiene hambre, siente dolor en el estómago; si tiene miedo de perder a su madre, siente un nudo en la garganta, las lágrimas acuden a sus ojos. Posteriormente, los sentimientos de envidia o ira también se manifiestan como sensaciones corporales. Luego llega la época en que debe ordenar estas percepciones orgánicas en un todo coherente, aprender que otras personas experimentan cosas similares y encontrar un código común para identificarlas en sí mismo y en los demás.

Los padres juegan un papel importante en esta evolución: la madre guía al niño a través de las palabras en el camino de esta mentalización. Ella le pregunta: "¿Tienes hambre? ", O" ¿Estás triste? », y estas preguntas en cierto modo canalizan sensaciones físicas, les ponen etiquetas que servirán para identificarlas y comunicarlas. En el cerebro del niño, la información pasa desde los centros de percepción de las emociones, el sistema límbico, ubicado en las zonas profundas del cerebro, hacia los centros de categorización, reflexión, lenguaje y percepción auditiva, ubicados en la corteza, la parte externa. del cerebro

Los intercambios entre madre e hijo son probablemente decisivos para la creación de un buen "banco de emociones" en el niño, es decir de un vasto repertorio de sensaciones asociadas a palabras o pensamientos. Si los padres, por alguna razón, como depresión, una personalidad frágil, inestabilidad emocional o incluso alexitimia, no dan suficientes señales verbales al niño sobre las emociones que está experimentando, este último puede enfrentarse a la falta de palabras. lo que refleja una falta de sentimientos identificados. Más tarde, es probable que se refiera sistemáticamente a sus sensaciones corporales, sin poder hacer que la sensación alcance el nivel de los estados mentales, de la corteza, del lenguaje. Según Maurice Corcos, psiquiatra del Institut mutualiste Montouris, en el niño que se volverá alexitímico, se excluyen las experiencias afectivas y relacionales, tanto psíquicas como corporales, con la madre; el niño no podría integrarlos, lo que le dificultaría reconocer en sí mismo y en el otro toda la gama de experiencias, afectos o emociones.

 

La disponibilidad psicológica de la madre frente a los estados mentales del niño configuraría las representaciones que el niño adquiere de sus emociones, su funcionamiento mental y el de los demás y, en consecuencia, sus experiencias afectivas y futuras relaciones. De hecho, cuando se les pide a los sujetos alexitímicos que recuerden su entorno emocional durante su infancia, a menudo lo describen como carente de emoción. lo que dificultaría reconocer en sí mismo y en el otro toda la gama de experiencias, afectos o emociones. La disponibilidad psicológica de la madre frente a los estados mentales del niño configuraría las representaciones que el niño adquiere de sus emociones, su funcionamiento mental y el de los demás y, en consecuencia, sus experiencias afectivas y futuras relaciones. De hecho, cuando se les pide a los sujetos alexitímicos que recuerden su entorno emocional durante su infancia, a menudo lo describen como carente de emoción. lo que dificultaría reconocer en sí mismo y en el otro toda la gama de experiencias, afectos o emociones. La disponibilidad psicológica de la madre frente a los estados mentales del niño configuraría las representaciones que el niño adquiere de sus emociones, su funcionamiento mental y el de los demás y, en consecuencia, sus experiencias afectivas y futuras relaciones. De hecho, cuando se les pide a los sujetos alexitímicos que recuerden su entorno emocional durante su infancia, a menudo lo describen como carente de emoción. La disponibilidad psicológica de la madre frente a los estados mentales del niño configuraría las representaciones que el niño adquiere de sus emociones, su funcionamiento mental y el de los demás y, en consecuencia, sus experiencias afectivas y futuras relaciones. De hecho, cuando se les pide a los sujetos alexitímicos que recuerden su entorno emocional durante su infancia, a menudo lo describen como carente de emoción.

 

La alexitimia presenta alta prevalencia en pacientes con psoriasis y conforme a diversos estudios se relacionaría con implicancias adversas en el curso de la patología cutánea en lo que respecta a la calidad de vida, percepción de enfermedad, comorbilidades, evolución y vulnerabilidad al estrés.

 

Existe un estudio el cual tiene un objetivo el demostrar que la alexitimia es una característica que se presenta más frecuentemente en pacientes con psoriasis y que la coexistencia de alexitimia-psoriasis se asocia, como rasgo, a niveles altos de ansiedad.